El maridaje entre vinos y embutidos es una de las combinaciones más populares y sabrosas de la gastronomía española. Cuando se hace bien, ambos productos se potencian mutuamente, generando una experiencia sensorial equilibrada, intensa y placentera. A continuación, te damos las claves para acertar con cada tipo de embutido.



Vino para embutidos curados

Los embutidos curados, como el jamón ibérico, el chorizo o el salchichón, tienen sabores potentes, grasas nobles y matices especiados. Para maridarlos adecuadamente:

  • Tintos jóvenes o crianzas: como los Tempranillo o Garnacha, que aportan frescura y taninos que limpian el paladar.
  • Riojas o Ribera del Duero: con cuerpo medio, afinados en barrica, ideales para acompañar productos de bellota.
  • Vinos con acidez equilibrada: que corten la grasa sin opacar los sabores.

 

Ejemplo: un Solar de Samaniego Crianza con chorizo ibérico crea un contraste perfecto entre la sensación picante y redondez frutal.



Vinos y embutidos suaves

Para embutidos más suaves como lomo embuchado, butifarra blanca o mortadela trufada, se recomienda:

  • Vinos blancos son crianza: (como un Chardonnay o Verdejo fermentado en barrica), que aportan estructura sin excesiva intensidad.
  • Rosados con cuerpo: excelentes para equilibrar embutidos más grasos pero delicados en sabor.
  • Espumosos: como un buen Cava brut nature, que limpia el paladar y realza las notas salinas.

Consejos clave para maridar vinos y embutidos

  • Contraste vs afinidad: elige entre complementar sabores similares o crear contrastes armónicos.
  • Temperatura del vino: un vino demasiado caliente o frío puede distorsionar el maridaje.
  • Orden de cata: empieza con embutidos suaves y vinos ligeros, y termina con los más potentes.

 

El maridaje de vinos y embutidos es un arte sencillo pero delicioso. Solo necesitas buenos productos y ganas de experimentar para disfrutarlo al máximo.